¿Qué nos pasó con los bailarines en Viña?
"Cosa Nuestra" salió a meterse a los chilenos al bolsillo, y eso que no salió con el grupo completo. El grupo representó de manera cabal el trabajo que viene realizando Tito Manrique hace muchos años. Es la prueba del esfuerzo de Manrique todo estos años, de su fe, su trabajo como arreglista, su experiencia al lado de grandes artistas y su fuerza como líder para sacar adelante este proyecto comenzado hace muchos años y que le ha costado muchas cosas, hasta la amistad de algunos colegas en su momento. Y, claramente, el puntaje obtenido no refleja en absoluto su presentación y sino, tienen que volver a escuchar ese fraseo de Álex Ramírez (pese a que los que lo conocen saben que no estuvo a su 100% y aún así barrió el escenario). Sin embargo, "Cosa Nuestra" gana también por otro factor además de que tiene a músicos excelente tocando música excelentemente hecha. Y es que sus contricantes nunca le fueron competencia real.
¡Las canciones cuyanas que las cante un cuyano, por favor! (Dan ganas de gritar eso, no?) Es deprimente el nivel de artistas de la competencia folklórica (¿en serio estamos usando la palabra "folklórica" en el 2015?), salvo el caso peruano. Los selectores de la competencia, o sus contactos, carecen de capacidad/calidad para elegir buenos representantes en la región. La música latinoamericana es tan hermosa y ésta ha sido una oportunidad terriblemente desaprovechada para mostrarla en toda su riqueza. Ni técnica, ni sentimiento, ni compromiso con la música de su país, o los nervios fueron muy grandes. Quien sabe. Ciertamente esta fecha del festival no representó nuestra latinoamérica tan rica y variada.
Por otro lado, y ya hablando del campo específico de la danza, cuando "Cosa Nuestra" de Tito Manrique sale al escenario de Viña del Mar sucede algo curioso para los ojos de muchos bailarines que conocen las danzas afroperuanas de la costa.
Comienza la lluvia de críticas contra los bailarines ¿Por qué sucede esto? ¿En dónde está la falla de los bailarines? ¿Son los bailarines los que fallan? ¿Falla la propuesta de su director escénico o su coreógrafo o falla la crítica del espectador? ¿Qué sucede realmente?
Es un hecho conocido que todos los conjuntos/elencos/compañias/ballet's del mundo están en un proceso de búsqueda de excelencia técnica occidentalizada. Todas las compañías y sus miembros toman las clases de ballet, de danza moderna y contemporánea como un ideal de técnica universal (los estiramientos dolorosos, los tendones hiper estirados, los arcos exagerados) que "eleva" el nivel del intérprete.
Sin embargo, la corporalidad de las danzas populares (o folklore, si se quiere), de una danza nacida de una expresión popular cualquiera no nace con segundas o cuartas o pliés. Es mucho más espontánea, más terrenal, el peso se coloca de otra forma, más visceral. Y desde ahí, desde su aparición, ya tiene un origen que no tiene que ver con el ballet o las técnicas modernas. Porque tiene otro origen, aparece con otro fin y por tanto también tiene heredado otro carácter (en el cual ahondaremos en otra publicación). Y la base de las danzas populares es la intención, la energía. Ningún movimiento en la danza popular es una casualidad o está ahí para verse "más bonito" sino que tiene una razón de ser. Es en la proyección escénica, en el escenario, donde esa intención/energía muta a un producto estilizado cuyo filtro es el coreógrafo o director (y ahí habría que analizar la línea del director).
Las danzas populares y las técnicas clásicas/modernas/contemporáneas pueden ser complementarias mas no vienen de la misma fuente. Es muy difícil encontrar bailarines que tengan un control de su cuerpo y de técnicas tan varidas tan claramente desarrolladas en un solo cuerpo. Porque variados son los cuerpos, las intenciones, las energías de cada danza específica y todas responden a contextos específicos donde se desarrollaron.
Un elenco que tiene una técnica especializada en el ballet y la danza contemporánea no baila danzas populares como un bailarín de danzas populares, y viceversa. Sin embargo, el elenco que apareció en Viña es la muestra fiel de a dónde se encamina esta "perfección de la técnica". Y que en el Perú ya se ve con la marinera norteña hace años.
Este elenco tenía una técnica de ballet muy buena, pero para el código corporal del festejo afroperuano no los ayudaba (si nos sometemos a los patrones que rigen hoy las danzas afroperuanas) salvo en los momentos que hacían extensiones o piruetas donde se veía su trabajo y su calidad también con esa intención.
Ese elenco no buscaba bailar un festejo afroperuano como se baila en Lima, es un grupo que tenía que bailar e hizo lo mejor que pudo. Transmitió la alegría que pudo en el lenguaje que ellos conocen. Además, con seguridad, no se quería poner presupuesto para contratar más grupos. Y en sus otras participaciones con las danzas de los otros países latinoamericanos se vio que el desempeño fue igual, mucha influencia de un lenguaje corporal contemporáneo y nada de popular. ¿Qué habría hecho un bailarín de danza popular que le piden que haga una secuencia balletizada? ¿También es justa la crítica? Dejemos de generar racismos entre una técnica dancística y otra.
Pero esto sigue siendo una respuesta a esa búsqueda de la perfección técnica que tanto requieren los bailarines y las compañias hoy. Es una muestra de lo que pasa cuando se prioriza la forma y no la intención. Cuando se van a la forma y no a la esencia. ¿Para qué tantas piruetas y giros?
Sí, toda esa técnica también tiene un contexto, una intención, un beneficio para potencializar las capacidades del intérprete que a veces no se condice con el discurso popular. Pero esa es la parte que no se le suele explicar al bailarín de danzas populares y por.eso se critica tanto. Y también sucede en el caso inverso.
Por eso el problema de fondo sigue siendo la búsqueda de la técnica por la técnica. Y la noche de hoy en Viña solo es una muestra de un futuro triste para las danzas populares que pierde terreno frente a la tecnificación (porque ya estamos en ese camino que todos critican pero que todos siguen en las clases tecnificadas) y deja entrever los racismos entre intérpretes de diferentes técnicas (de uno u otro lado) cuando al arte debería servir para unificar, comprender al otro con su intención y generar criterio. No lo contrario.
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